Un hombre de posaderas fofas o rollizas tendrá problemas a la hora de ejecutar este movimiento y empleará todo su peso corporal al empujar, algo que resulta muy incómodo para una mujer. Básicamente, el cerebro del hombre y de la mujer está preparado para sentirse atraído por las personas que muestran una sana capacidad reproductiva y disponibilidad sexual. Lo bueno es que no hace falta tener una belleza natural o clásica para atraer al sexo opuesto.